Opiniónica

«Superman, hijo rojo», el superman que pudo ser

El primer superhéroe. Con Superman empezó todo, los comics de superhéroes, personajes enfundados en mallas con poderes sobrehumanos y que se enfrentan a problemas de dimensiones galácticas. Y como primer superhéroe Superman también es prácticamente el más poderoso de todos, invencible, imponente, increíble, inmutable. Representa el sueño americano y su omnipotencia se une indivisiblemente a sus principios rígidos e inamovibles. Es difícil plantear historias de un personaje que no puede perder, nunca, en ningún sentido.

Con estas bases es normal que, en muchas ocasiones, resulten más atractivas las historias alternativas que las normales, y «Superman, hijo rojo» es una de las más conocidas y sugerentes.

El planteamiento es el siguiente: La cápsula que transporta al bebe que se convertiría en Superman no cae en Kansas, sino en las estepas de Siberia. Este pequeño cambio significa un profundo cambio en el desarrollo del personaje. El joven Superman, educado en las bondades del comunismo, crece para convertirse en el ideal encarnado de las ideas de Stalin.

La obra esta guionizada por Mark Millar y dibujada por Dave Johnson y Andrew Robinson en sus dos primeros números, y por Kilian Plunkett y Walden Wong en sus dos últimos números. Mención aparte merecen las portadas realizadas por Dave Johnson, inspiradas en la tradición publicitaria soviética y tremendamente evocadoras.

A pesar de la cantidad de dibujantes involucrados el estilo se mantiene coherente, evolucionando con la historia y cumpliendo con buena nota. El hecho de que se mantenga el mismo colorista (Paul Mounts) en toda la obra seguramente también ayuda a mantener esa coherencia.

Pero donde brilla este comic es en su guión. Millar juega con este reflejo rojo de Superman de una manera magistral, sabiendo identificar los puntos que definen al personaje y trasladándolos a la realidad de una Unión Sovietica en ascenso, al contar en sus filas con el camarada de acero. No solo en eso queda el ejercicio, sino que sus contrapartidas en el lado americano resultan especialmente brillantes, con un Luthor en estado de gracia, y un curioso y poderoso Olsen. Redondea la historia unos magníficos secundarios al otro lado del telón de acero, que saben dar la contrapartida y aportar a la historia general. Una desconocida Diana, reina de las amazonas, la fuerza del caos personificada en el hombre murciélago frente al orden impuesto, la frustración humana ante el superhombre personificada en Pyotr…

En definitiva un cómic interesante, que se lee de un tirón y que se disfruta mucho más a poco que conozcas de la mitología de Superman y vayas identificando las similitudes y las diferencias con la historia original.

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